martes, 13 de marzo de 2012

1977-2007: 30 años de punk

Ciertas manifestaciones sociales o culturales pueden evolucionar en el tiempo hasta llegar a ver completamente alterados los presupuestos estéticos e incluso ideológicos de los que partieron, quedando olvidados en la contemporaneidad movimientos culturales que aparentemente apenas dejan huella.


Probablemente el punk sea hoy parte del orden establecido que radicalmente fingía desdeñar en sus inicios, que van mucho antes de ese mítico 1977, pero también es cultura juvenil, individualismo y a la vez colectividad debiendo ser siempre algo original sin normas ni encasillamiento. Puede que todo se estropease allá por 1977, cuando la imagen punk se estandarizó en el Reino Unido, imitando básicamente a los Sex Pistols y sobre todo a Sid Vicious, cuando se trataba precisamente de lo contrario. Ser uno mismo sin patrones, hacerlo uno mismo porque no se podía comprar un cuero de 100 libras.

En aquel tiempo la industria musical sufría una profunda crisis que la impulsó a buscar nuevos soportes, primero el videoclip y algunos años después el disco compacto. El jerárquico virtuosismo tan a menudo inculcado en los quehaceres del rock de los setenta resultaría sacudido en 1977 por un rock estridente, agresivo, sin florituras. En ese contexto, resurge en el mundo anglosajón una corriente de pensamiento, esta vez unida al rock n' roll, que plantea el feísmo como contrapartida a una sociedad basada en la hipocresía, la competitividad y el clasismo. Extrapolado al panorama musical había que renegar de todo lo anterior y obviar las reglas del rock con la 'anti-música' como mecanismo de contestación. Fealdad y carencia estética serán la fuerza y razón de ser de una subcultura que utilizará como distintivos externos objetos de escaso valor social como hojalata, clips, imperdibles, retales, cremalleras, pitones, balas, esquirlas u hojas de afeitar, así como eslogans anticapitalistas. Una estética agresiva que renegaba de la uniformidad. Los héroes eran un fraude y esos primeros punks tomaban la vida como un engaño, como el resultado de una economía sadomasoquista.

Inicialmente esta etiqueta implicaba echarle morro, actitud, subirse a un escenario sin saber tocar ni cantar estafando a un público que escupía con agradecimiento. La inmediatez y el ruido espontáneo frente al misticismo hippie, ya en franca decadencia. Reciclaje y collage eran técnicas usadas por el pop art la década anterior, aunque con otra actitud e intenciones. Musicalmente canciones cortas, sin punteos y estribillos vacilones con una voz acelerada y artificial. Cierto es que en sus inicios el punk fue muchas veces más una escaramuza de fin de semana, cortesía de modas y escuelas de arte, que la verdadera dimensión en que se movían harapientos jóvenes de los suburbios londinenses.

Quizás una trascendencia que va mucho más allá de lo musical, y por supuesto del sentido de identidad otorgado en las modernas megaciudades, que condenan al individuo al anonimato, radique en que por primera vez la música se hacía accesible e imitable a cualquiera, sin necesidad de ser un profesional, dejando de ser el coto privado de virtuosos de conservatorio.

No ha sido pequeña la disyuntiva respecto al origen británico o americano del movimiento. En revistas como Fusion o Creem se documenta la utilización del término 'punk rock' en una fecha tan remota como mayo de 1971. Lester Bangs publicaría un año después una novela titulada Drug Punk influenciada por la literatura de Burroughs y Charles Bukowsky, autores marginales pero universales.

Aunque los parámetros básicos, al menos en lo que a lo musical respecta, surgen en Detroit, Nueva York e incluso la costa oeste norteamericana, también eclosionará en el Londres más barriobajero de mediados de los setenta algo nombrado con un término que en el inglés antiguo quería decir prostituta y en moderno algo así como “mocoso”, rescatándose entonces para referirse a lo reciclado, lo de segunda mano. Como una chamarilera estética de rechazo o una forma de envolverse en la basura que en las huelgas de recogida de ésta inundaba Shefferd Bus o Hammersmith el verano del 77. Algo que sin embargo, ya había empezado un poco antes en las calles del Bronx y algún club del barrio neoyorkino de Queens, donde no existía una prensa sensacionalista del calibre de la británica tan capaz de enloquecer al populacho.

El término 'punk' estaría así directamente relacionado con la fundación de la revista homónima que a fines del 74 pondrían en marcha en Nueva York Legs Mc Neil, John   Holmstron y Ged Dunn. La revista contemplaba el espectro de bandas neoyokinas de entonces, acuñando un término definido como una cultura americana de rock ‘n roll surgida en los últimos sesenta y por tanto muy alejada de la imagen de imperdibles y pelo de punta con la que le fue muy difícil competir al primigenio y melenudo punk rock. La repercusión de los Sex Pistols en América definiría el movimiento al salir éste en periódicos y noticiarios.


En 1966 se forman en Detroit los Stooges (secuaces) capitaneados por Iggy Pop. El grupo grabaría I Wanna be your dog en 1969, para muchos la primera canción punk de la historia. Ese año Patty Smith comienza a recitar oscuros poemas en recónditos tugurios. Nueva York recoge el legado underground de Detroit con los New York Dolls formados en 1971. Era la época del Glam y el Glitter, no había apenas grupos y no hizo falta ser demasiado buenos con los instrumentos. Aunque no necesariamente homosexuales algunos si eran provocadores natos con una cierta necesidad de desenmascarar la prepotencia de las ricas estrellas del rock, con la categoría de mitos, y el tipo de sexualidad que significaban. Aparecieron al poco tiempo otras bandas influenciadas por el Glam Rock de Bowie, ex estudiante de arte del sur de Londres que había empezado a edificar una leyenda del rock con buenas dosis de management y extravagancias como tocar la guitarra con los dientes.

Dictators, originarios del Bronx, debutaran con su Go Girl Crazy en el Club Coventry de Queens en 1973, en una callejuela cercana a los grafiteados edificios de pisos de Forest Hills donde nacen los Ramones, que se subirían por primera vez al escenario de la CBGB en el 74. Éste cuarteto clásico era un grupo que se podía imitar sin problemas, circunstancia que sin duda asentó los cimientos del punk. Su sola presencia era minimalismo punk convertido en arte, no dejando traslucir ni un atisbo de sentimiento y no requiriendo de ningún tópico del género para ser ciertamente punks.



En la vieja Europa, la regresión económica iniciada en 1973, momento en el que la OPEP dio la puntilla a la expansión económica de la posguerra, incidió en una ciudad convulsa por las huelgas, el paro y las bombas del IRA, propiciándose un oscuro panorama para la juventud que en buena medida se mantenía con miserables subsidios pagados por el estado. Durante un tiempo al menos, ante unos índices de paro desorbitantes para la que hasta hacía medio siglo había sido primera potencia mundial. En éste caldo de cultivo, de los inmensos bloques de pisos de lo que se conoce como el eastend londinense, surgieron las primeras bandas. Basadas en una subversión de normas estéticas y morales, comenzaban a rellenar un espacio subcultural en el que todo estaba aún por hacer. Poco antes desde el gobierno los tories empezaban a abominar de la “transigente” sociedad de los sesenta. Ahora era el momento de que la música se usara como plataforma política y vehículo de expresión casual.

El punk surgió con el ideal del "Do it yourself" (hazlo tú mismo) secundado de uno más dudoso "No Profit" (sin beneficios). Una industria casera y sin intermediarios que buscaba la creatividad del kaos. Fue crucificado en un principio por los medios comunicación y al serle vetados los espacios oficiales pop fue creando sus propios espacios.

Fue un oscuro personaje, regente de una tienda llamada Sex abierta en el 430 de Kings Road en 1971 en la que se vendían camisetas pornográficas y collares sadomasoquistas, conocido como Malcom Mc Laren, el que comenzó a idear el negocio tras haber ejercido como improvisado manager de los New York Dolls, pioneros y abanderados del cotarro prepunk neoyorkino de aquel entonces, Mc Laren consiguió la universalización del fenómeno.



Se calcula que para finales de 1977 la “New Wave Punk Rock Explosion” contaba con más de trescientas bandas solo en la zona metropolitana de Londres y que más de 15.000 grupos grabarían algo en los años siguientes. Joe Strummer formaría The Clash (ninguna elegancia pero mucho estilo) el verano del 76, uno de los más calurosos que recuerdan los londinenses. Londres ardía y “El Impacto” llegarían a vender más de 100.000 copias de su primer y homónimo disco.


Diseminados por los suburbios y el bajo vientre de Londres se encontraban un sinfín de locales con sus actuaciones diarias, Roxy Club, 100 Club, Vortex, Nashville, Crackers, The Man in the Moon, Robey o Hope n´door. En Nueva York estaban el Max`s, el Mercer Arts Center, el Club 82, el Bowery y sobre todo la célebre CBGBs.

Los Crass surgieron también en el 1977 y pusieron de manifiesto lo fácil que era parecer radical en un fanzine y lo difícil que era serlo en el libro de la vida real, en un momento en que las proclamas lanzadas desde escenarios eran demasiado pronto olvidadas en las calles. El punk se extinguió pronto en Inglaterra aunque su estela se mantuvo y abrió muchas puertas fuera de las islas. Las bandas empezaron a ser cada una punk a su manera pero con el denominador común de ser ignoradas por mayoría de prensa y público. Las propuestas estéticas, artísticas e incluso ideológicas evolucionaron y crecieron geométricamente alcanzando en poco tiempo buena parte del planeta.

M U C H O   M Á S   Q U E   U N   
E S T I L O   M U S I C A L 

Con fuertes ramalazos nihilistas, surrealistas y futuristas el punk fue convirtiéndose en un instrumento de lucha social, dando paso la reivindicación individualista y antitodo a la anarquía musical, ya esbozada desde sus primeras y célebres manifestaciones. O de un goce nihilista y provocador destinado a durar un par de minutos, ante una sociedad violenta y reaccionaria, a una posición reivindicativa de formas diferentes de vida, de denuncia y de choque en la calle.

La música era para el punk solo el medio, un agresivo instrumento de denuncia cargado de arrogancia y provocación que podía ser coherentemente utilizado pero que también sirve para hacer dinero y establecer modas, que sonaba mal por la escasez de medios y sencillez de actitudes pero también porque esa era la idea: trabajar con los medios que se tenían delante. Algo que el dada ya había manifestado considerando que el arte podía ser hecho por cualquiera y con cualquier cosa. Se atacaban así las tradiciones tanto artísticas como políticas manifestando la dicotomía “anti-arte” “anti-rock” como una extraña idea retomada sesenta años después.

D E   L A   P R O V O C A C I Ó N   
A  L A  R E I V I N D I C A C I Ó N


Sin duda en España se utilizó la etiqueta punk sin demasiado rigor o más bien ha de decirse que se españolizó a la fuerza el fenómeno. Las primeras bandas que podemos etiquetamos de tal modo comparten el mismo rechazo de la política pero con motivos diferentes. En unos casos se trasluce la visión escéptica de una militancia con escasa rentabilidad en la recién nacida, y ya en entredicho, democracia; en otros ésta simplemente se encuentra muy alejada del glamour y la pretensión artística. La crítica a la cultura dominante iría perdiendo fuerza al integrar el punk en ella como imagen de modernidad pero lo cierto es que las transformaciones sociales de una incipiente transición democrática dejarán fuera del ámbito ciudadano a hordas de jóvenes amenazados por el paro, la marginación y la desinformación en temas como las drogas o el sexo.



Los Kaka de Luxe se formarán en el rastro madrileño presentándose en el pub People en el mes de noviembre del 77 con Fernando Márquez, el Zurdo, Manolo Campoamor y Carlos Berlanga a la voz, Enrique Sierra y Olvido Gara (Alaska por una canción de Loo Reed), a las guitarras, Nacho Canut al bajo y Pablo Martínez a la batería. Por su parte La Banda Trapera del Río editarían ese año en Barcelona el, para muchos, primer disco punk rock del estado, cargado de letras corrosivas y suburbanas. El caso de Ramoncín no fue sino el de la creación de un producto a la española que generase la necesaria dosis de polémica aunque su banda, los WC, tocaban mejor que muchos grupos punks ingleses del momento. El Rey del pollo frito era una parábola sobre el mercado de las estrellas musicales fabricadas desde un despacho pero también un símbolo de ese Madrid desmelenado y postfranquista, de una juventud que con descaro mutuo se reflejaba en él.

S U B C U L T U R A    G R Á F I C A

Los fanzines son un elemental y artesanal medio de expresión y un producto de resistencia a la cultura dominante absolutamente antilucrativo. Modestos pero independientes originalmente se encuentran muy relacionados con el cómic resultando publicaciones de bajo presupuesto y emprendimiento cooperativo o individual que no persiguen masividad ni adhesión. No existe una definición que delimite el fanzine, pero lo cierto es que recoge fielmente la filosofía punk “Do it yourself” ("Háztelo tú mismo").

Con unas tijeras, pegamento y un ciclostil de manivela, Mark P, un adolescente londinense inició uno de los primeros fanzines sobre punk. Sniffin Glue (“Esnifando pegamento”) empezaría a funcionar a mediados de 1976 resultando, para toda una generación, una declaración de principios por cuyas maltrechas páginas pasaron buen número de significativas bandas de la época. Search & Destroy (Busca y Destruye) era un fanzine punk americano que se prolongó del 77 al 79.


Publicaciones pioneras en España fueron desde el 77 Bazofia, Catacumba, Cerris, Alucinio, El Carajillo Vacilón, La Liviandad del Imperdible, La Piraña Divina, MMMÚA y Paraíso. Mariscal y Nazario habían lanzado en Barcelona el Rrollo Enmascarado, primer tebeo underground español, y Nazario la, muy censurada, Piraña Divina, que García Alix y Ceesepe distribuían en el rastro a través de la Cascorro Factory, donde pirateaban y traducían cómics underground americanos.


Jolly Roger

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